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Código de conducta de un Pobre Caballero de Cristo

Todo caballero de la orden debe ser un completo ejemplo de vida ante Dios, la Santa Iglesia, la comunidad y el mundo entero. De esta forma se protege su dignidad y su persona ante los demás demostrando una conducta intachable ante los hombres.

Por tal razón, todo noble caballero deberá seguir un código de conducta que lo ayude a formarse en tales aspectos. Este código comprende lo siguiente:

  • Todo caballero debe estar siempre en compañía de Dios, o sea en oración constante, y debe siempre  dirigir sus actos con humildad; por lo que en su nobleza espiritual debe mostrar un comportamiento normal y natural.

  • Durante toda su vida, el Pobre Caballero de Cristo busca enseñar un gran ejemplo de entrega, a servir al prójimo y no a servirse de él, y se esfuerza antes que todo en ser honesto y leal.

  • Jamás calumniará a nadie, en especial a los hermanos y a la Orden.

 

  • Debe rechazar la codicia, condenará la corrupción y toda forma de enriquecimiento ilícito, ya sea por remuneración y favores que violan los derechos de otros o la ley misma.

 

Está obligado a convertir su hogar en Templo de Dios y busca que resida en ella la paz y la unidad familiar. Por lo tanto, todo Pobre Caballero de Cristo:

  • Rechazará todo tipo de violencia, en especial rechazará y nunca recurrirá a cualquier tipo de violencia contra su cónyugue.

  • Rechazará por completo todo tipo de injusticias; por lo que siempre trabajará arduamente por hacer de los caballeros los hombres más justos.

  • Siempre velará en no ofender a nadie, debe ser cauteloso con sus palabras y con su forma de actuar y siempre actuará en honor a la verdad y a la justicia.

  • Buscará siempre actuar y hablar con la verdad, porque en la verdad está Dios.

  • Rechazará todo acto de vanidad y de vida mundana, ya que está entregado al servicio de Dios y al de su Santa iglesia Católica y de los hombres, a sus hermanos y a la Orden.

  • No se comportará de forma indecorosa, ni será motivo de escándalo social.

  • Huirá siempre de todo tipo de fiesta de pueblo y si se ve obligado a asistir a alguna de ellas, deberá presentar un comportamiento de sencillez y honorabilidad.

 

Su comportamiento social será ejemplar allá donde esté, guardando las costumbres del lugar y respetará toda manifestación cultural de la sociedad en donde resida.

  • Amará y respetará la vida ya concebida, en cualquiera de sus manifestaciones, nacida o no, pues ésta sólo proviene de Dios.

  • Siempre honrará a su familia, especialmente a los mayores; les dará con su entrega, una existencia lo más feliz y honorable que les sea posible.

  • Jamás mostrará ningún tipo de actitud violenta; mostrará un alto grado de paciencia, aún cuando sea contrariado.

  • Por ningún motivo mostrará cobardía, no buscará excusas para huir de su responsabilidad y afrontará los hechos con valentía, honestidad y justicia.

  • Estará siempre activo dentro de la Orden, dispuesto a llevar a cabo las tareas que se le asignen practicando continuamente la disciplina, la prestancia y el dinamismo.

 

Si algún hermano recibiera una afrenta de otro hermano, deberá afrontarla con ánimo de solucionar el problema personal que pueda generar, mediante un diálogo conducido y teniendo como testigo de dicho intento de reconciliación, al hermano canciller, en primera instancia; de persistir el problema, se llevará  al gran Consejo.

  • Siempre demostrará una moralidad que haga honor a su persona, a los hermanos y a la Orden.

  • Defenderá con honor a sus hermanos y a la Orden de cualquier ataque que se reciba y dará cumplida cuenta de dicho ataque de inmediato a sus superiores, aportando las pruebas pertinentes si las hubiera.

  • Estará obligado a guardar la máxima fidelidad a la Orden y sus Estatutos, a su Maestre, a su ordenamiento jurídico y a sus hermanos.

  • Deberá prestar ayuda a cualquier hermano que se lo pida y/o que la necesite, en la medida de sus posibilidades y en cualquier ámbito.

  • Estará obligado a luchar en la defensa de la integridad territorial de su país, a defender su ordenamiento jurídico  y a protegerla de todos sus enemigos, tanto externos como internos.

 

Respetará y facilitará en lo posible, toda forma de acercamiento a Dios y jamás adoptará posición ofensiva o vejatoria contra nadie por razones de fe, siguiendo el magisterio de la Iglesia Católica.

  • Amará a Dios, nuestro  Señor, con todo su corazón, con toda su alma, con todo su espíritu y con todas sus fuerzas y al prójimo como a sí mismo.

  • Se conducirá siempre con el máximo respeto a las personas dedicadas al culto.

  • Dedicará todos los días de su vida un tiempo a la oración, pues ésta nos acerca a Dios.

  • Llevará el lema de la Orden otorgado por San Bernardo, en lo más profundo de su corazón, y lo honrará todos los días de su vida.

 Este código de conducta, será leído al postulante en el momento de su aceptación como miembro y lo jurará ante Dios y ante sus hermanos.

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