Asociación Católica Privada de Fieles
Orden de los Pobres Caballeros de Cristo
(Decreto Prot. S/nº 035/16- ASO-0106 Obispado de Cartagena, España)
Temple Católico, Tercia de Puerto Rico
Nuestra prioridad, la defensa de la Fe y de la Santa Iglesia Católica
(Una sola fe, Una sola Iglesia y Un solo Temple)
Código de conducta de un Pobre Caballero de Cristo
Todo caballero de la orden debe ser un completo ejemplo de vida ante Dios, la Santa Iglesia, la comunidad y el mundo entero. De esta forma se protege su dignidad y su persona ante los demás demostrando una conducta intachable ante los hombres.
Por tal razón, todo noble caballero deberá seguir un código de conducta que lo ayude a formarse en tales aspectos. Este código comprende lo siguiente:
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Todo caballero debe estar siempre en compañía de Dios, o sea en oración constante, y debe siempre dirigir sus actos con humildad; por lo que en su nobleza espiritual debe mostrar un comportamiento normal y natural.
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Durante toda su vida, el Pobre Caballero de Cristo busca enseñar un gran ejemplo de entrega, a servir al prójimo y no a servirse de él, y se esfuerza antes que todo en ser honesto y leal.
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Jamás calumniará a nadie, en especial a los hermanos y a la Orden.
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Debe rechazar la codicia, condenará la corrupción y toda forma de enriquecimiento ilícito, ya sea por remuneración y favores que violan los derechos de otros o la ley misma.
Está obligado a convertir su hogar en Templo de Dios y busca que resida en ella la paz y la unidad familiar. Por lo tanto, todo Pobre Caballero de Cristo:
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Rechazará todo tipo de violencia, en especial rechazará y nunca recurrirá a cualquier tipo de violencia contra su cónyugue.
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Rechazará por completo todo tipo de injusticias; por lo que siempre trabajará arduamente por hacer de los caballeros los hombres más justos.
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Siempre velará en no ofender a nadie, debe ser cauteloso con sus palabras y con su forma de actuar y siempre actuará en honor a la verdad y a la justicia.
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Buscará siempre actuar y hablar con la verdad, porque en la verdad está Dios.
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Rechazará todo acto de vanidad y de vida mundana, ya que está entregado al servicio de Dios y al de su Santa iglesia Católica y de los hombres, a sus hermanos y a la Orden.
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No se comportará de forma indecorosa, ni será motivo de escándalo social.
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Huirá siempre de todo tipo de fiesta de pueblo y si se ve obligado a asistir a alguna de ellas, deberá presentar un comportamiento de sencillez y honorabilidad.
Su comportamiento social será ejemplar allá donde esté, guardando las costumbres del lugar y respetará toda manifestación cultural de la sociedad en donde resida.
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Amará y respetará la vida ya concebida, en cualquiera de sus manifestaciones, nacida o no, pues ésta sólo proviene de Dios.
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Siempre honrará a su familia, especialmente a los mayores; les dará con su entrega, una existencia lo más feliz y honorable que les sea posible.
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Jamás mostrará ningún tipo de actitud violenta; mostrará un alto grado de paciencia, aún cuando sea contrariado.
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Por ningún motivo mostrará cobardía, no buscará excusas para huir de su responsabilidad y afrontará los hechos con valentía, honestidad y justicia.
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Estará siempre activo dentro de la Orden, dispuesto a llevar a cabo las tareas que se le asignen practicando continuamente la disciplina, la prestancia y el dinamismo.
Si algún hermano recibiera una afrenta de otro hermano, deberá afrontarla con ánimo de solucionar el problema personal que pueda generar, mediante un diálogo conducido y teniendo como testigo de dicho intento de reconciliación, al hermano canciller, en primera instancia; de persistir el problema, se llevará al gran Consejo.
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Siempre demostrará una moralidad que haga honor a su persona, a los hermanos y a la Orden.
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Defenderá con honor a sus hermanos y a la Orden de cualquier ataque que se reciba y dará cumplida cuenta de dicho ataque de inmediato a sus superiores, aportando las pruebas pertinentes si las hubiera.
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Estará obligado a guardar la máxima fidelidad a la Orden y sus Estatutos, a su Maestre, a su ordenamiento jurídico y a sus hermanos.
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Deberá prestar ayuda a cualquier hermano que se lo pida y/o que la necesite, en la medida de sus posibilidades y en cualquier ámbito.
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Estará obligado a luchar en la defensa de la integridad territorial de su país, a defender su ordenamiento jurídico y a protegerla de todos sus enemigos, tanto externos como internos.
Respetará y facilitará en lo posible, toda forma de acercamiento a Dios y jamás adoptará posición ofensiva o vejatoria contra nadie por razones de fe, siguiendo el magisterio de la Iglesia Católica.
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Amará a Dios, nuestro Señor, con todo su corazón, con toda su alma, con todo su espíritu y con todas sus fuerzas y al prójimo como a sí mismo.
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Se conducirá siempre con el máximo respeto a las personas dedicadas al culto.
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Dedicará todos los días de su vida un tiempo a la oración, pues ésta nos acerca a Dios.
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Llevará el lema de la Orden otorgado por San Bernardo, en lo más profundo de su corazón, y lo honrará todos los días de su vida.
Este código de conducta, será leído al postulante en el momento de su aceptación como miembro y lo jurará ante Dios y ante sus hermanos.